Era guapa al natural, sin más,
perfectamente confundible con la naturaleza,
como un almendro o un cerezo en flor,
que muestran su belleza sin importar…
ni el tiempo, ni el lugar, ni la circunstancia.
Su presencia era como un llamado al espejo,
aquel donde todos nos quisiéramos ver…
con ella, claro, ella y el espejo.
El resto, se acuerdan, lo de siempre…
una luz hecha arco iris, magia,
que invade los senderos eternos sin retorno.
Una música de suspiros al compás…
de los latidos de un corazón loco de amor.
Un alma tranquila e ilusionada acude,
y una sonrisa llega y pone,,,
paz y nube, beso y cielo…
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