Alguna vez, fui la espinita que se clava incipiente,
entre un sabor de mar en disimulo,
o el pincho de una rosa que traspasa
el papel de plata, envoltorio del amor…
Alguna vez, fui el huesecillo firme
que te plasmó los límites claros,
allá a lo cerca, donde vive tu impotencia…
Y fui de matasiete y comecuatro,
como un bravo déspota arrogante
venciendo vilezas y arrogancias..
Y, cual Quijote, me derrumbó un molino,
pero aquí estoy, sumado a la esperanza,
haciendo peso... para que no se me lleve...
el viento del poder corrupto pertinente, habitual…
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