Pobres, lamentables, ridículos,
se afanan en dar imagen de dialogantes,
cuando en realidad la dan de irresponsables.
Política, colección de inútiles a merced del poder económico,
nunca me engañaron, nunca me los creo,
vividores de tenedor en menosprecio de la cuchara siempre.
Ni derecha, ni izquierda, ni supuesto centro… decepción,
suelo, muerte de la decencia en manos
de una corrupción generalizada y oficializada casi,
como “modus vivendi”, fachas todos,
cuando descubren el poder del dinero
y los paraísos fiscales, los locales y los otros.
Nunca los creí, y ahora, por supuesto, menos que nunca.
Pero aquí nunca pasa nada…
llevamos tantos años de paz, sin ciencia
y con el espíritu nacional deformado
por los deformadores habituales…
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