Por juego, por calidad, por fútbol, por arte, por magia, por entrega, por esfuerzo, por corazón, por sentimiento, por la afición que nunca decae, por concepto, por definición, por la Masía, por el inventor de todo esto, ahora ya en el cielo, por Messi, el mejor de la historia, por Suárez, un invento a su medida, por Iniesta, un corazón moldeado de esencias poéticas, por Neymar, una samba que enriquece, aún más, tanta perfección, por Piqué, puro sentimiento, que nos hace reafirmar a todos los culés, en nuestras infranqueables e inamovibles creencias, por Busquets, que es la inteligencia hecha orden, por Mascherano, que se parte el alma en cada acción, como un Pujol cualquiera, por Alves y Alba, que corren las bandas como gacelas, que defienden y atacan como los ángeles, por los porteros, que han estado impecables toda la temporada, por Rakitic, que ha sabido integrarse y participar con todo acierto en esa máquina, donde no todos tendrían acceso, mención especial para Luís Enrique, luz de luces, pese a que a algunos les duela, pero nadie le regaló nada y ha sabido lidiar en esta difícil plaza, con gran maestría... gracias maestro, eres grande, y finalmente, por todos los que han participado menos, pero cuando se les ha necesitado han estado preparados y a punto. Ganar la Liga ha sido una lluvia de felicidad, un triunfo del buen fútbol, una explosión de justicia, un cerrar de bocas que se creen tener una superioridad oficial, que evidentemente es incierta. ¡Visca el Barça! y ¡Visca Catalunya! Gracias por hacerme inmensamente feliz, deportivamente, claro. El domingo más, veremos…
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