Igual que un indio desenterrando el hacha de guerra, después de una injusticia vejatoria, he desempolvado mi bici. La pobre Impala llevaba más de dos meses, callada y acumulando reproches para el momento. La he puesto guapa, le he rellenado nuevos aires y le he pasado un plumero de fina caricia, y hasta un rociado de aceites que tanto le gustan. Hemos hecho unos 30 km, que para ser el primer día, no está nada mal. Estoy como bien, tocaba, lo hice, y ahora a seguir, sin prisa, sin pausa, pasa la vida…
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