En sus oscuros, no penetraba ni la luna,
y su único atisbo de recuerdo,
estaba en aquella pequeña luz...
de esperanza sublime, ápice incandescente,
que le mantenía en supuesta vida latente.
Vivía en la más absoluta lejanía,
y acercar nostalgias y recuerdos crónicos
era su único recurso de existencia.
Y reseguir y rebuscar y amanecer...
con la seguridad de que el ayer está aquí,
y tú sigues viviendo para él.
Y lo haces con sonrisa incorporada,
diálogo profundo, amor constante,
y lo haces, como otro hoy,
como el ayer de siempre, como tu vida eterna...
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