Hoy rindo homenaje a lo de siempre,
a lo habitual, a lo que persiste…
Aquella calle de gloriosos rancios,
que huele a caldo de pescado y a marisco fresco,
y te acuerdas del vino, siempre apropiado,
y en su punto de frescor y grado.
No, no tiene precio, comer pescado,
y al mismo tiempo oír el ruido de las barcas.
Aquella calle de siempre,
donde también se suele ver algún traje caro,
porque en la búsqueda de lo auténtico,
incluso los ricos, han de aterrizar
por esos lares que son eternos...
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada