Yo no aspiro al laurel,
ni soy un mezquino amante...
de la hazaña consentida,
yo busco, y perdón por lo del yo,
una bendición de ojos en caída libre,
que pueda recoger y llevar
por los senderos de las hayas nobles,
bien regadas y regaladas.
Y si aquí está el laurel y la hazaña,
pues feliz encuentro y un brindis...
con agua de coco y un hermoso beso…
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