Me gustan los juncos cerca del río,
la acequia virgen, que persiste,
con su misterio y belleza,
regaliz y algún árbol perdido,
hierba de conejos sobre la que pasa...
algún vuelo de flamencos,
una rana le croa a otra en una charca
que le iría bien una inyección de agua nueva.
Me gusta el campo sin la mano del hombre,
una fruta salvaje, una culebra inofensiva
nadando por el desagüe de arrozales.
Y, aunque el romero es de monte,
las mejores anguilas y las gallinas de agua
viven aquí, donde el Delta... del Ebro.
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