Se marchó mi hijo y su perrita Lucca, y quieras o si, te deja un vacío de día a día, que ahora solo llenas a base de revivir sanas identificaciones. Pero bueno... estamos aquí al lado, a una hora escasa de viaje, mal contada, y con las puertas abiertas, de par en par, por ambos lados. Mi hijo habla poco, pero ama los entornos con pasión, quizá sea su problema que, alguna vez, no se corresponda a su intensidad, pero la verdad siempre va más allá de las ambigüedades, y estoy convencido que la vida le hará justicia, su integridad lo merece…
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