Normalmente le daba la razón,
y cuando no la tenía, la justificaba,
cual abogado incondicional
que se agarró a todos los indicios
de la regeneración conjunta…
Yo le servía el vaso, y le preparaba la silla,
y la escuchaba, y la miraba sin discreción,
y ella veía en mi su mejor apoyo,
un compañero, uno de su equipo,
de su salsa, de su olla…
Y yo me acostumbré a vivir fuera de mi,
a respirar su oxígeno,
yo casi era ella, ella, sólo era ella…
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada