Hemos paseado en coche por entre los campos de diferentes tonalidades de verde, como un Delta, pero sin base de agua. Es la comarca de la Segarra, belleza donde descansa la vista, y las amapolas siguen siendo las perfectas novias del campo, aunque por aquí, no están solas, más bien se abrazan por los márgenes, celebrando ver como fructifican los trigales. Hermoso espectáculo de llanuras onduladas y pueblos extraídos de los cuentos de hadas, belleza natural, buena gente. En Cervera hemos visto la que fue la primera universidad catalana, toda una emoción, por el buen gusto de la cultura y el saber, al venir a nacer por estos bellos parajes verdes…
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