Cuando la miraba sonreía y cuando no la miraba...
tenía aquel preámbulo de primavera a punto de flor.
Ella siempre era el mejor aderezo atemperado de mis ansias,
una proclama de reflejos, de una luna mejorada,
en una noche donde las estrellas le conceden preferencias especiales.
Cuando la miraba, es decir, siempre, incluso en ausencia,
su sonrisa de ojos dulces penetraba en mi alma, siempre abierta,
y se instalaba como pajarillo en nido,confortable, segura...
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