No les hablaré de agravios comparativos, pero, alguna vez, no muchas, uno también fue a por uvas que, evidentemente, estaban verdes... por lo lejanas, por lo imposibles, por lo improbables de alcanzar. La vida te lanza y te devuelve, de la locura a la cordura, y te curte, y te muestra otras parras de uvas maduras, no por lo fácil del alcance consentido o regalado, sino por la lógica de lo propicio y compartido. La vida te hace conocer los sabores de las afinidades y también la sinrazón de los despropósitos, pero siempre hay un lavado de cara, un camino a emprender, y, por supuesto, una viña alegre y una uva madura…
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