Por el sendero de madera del jardín vertical, se oye el rugido estridente de una máquina que corta el césped, como degollando primavera... huele a hierba que matan y que te regala su último suspiro. Casas como árboles, se lee en un último mensaje de supervivencia. El sol aprieta, la gente se despoja de abrigos y solea sus partes accesibles, la primavera se anuncia ya sin complejos, y algún día de verano se cuela para regocijo de las rubias doradas, sobra la chaqueta, sobra todo abrigo, y el agua de azules salados, apetece y da vida a la vida. Huele a hierba cortada, huele a primavera con atisbos de verano, huele a sol y a sombra, huele a camino y paseo, y a compañía, y a soledad de roca escondida, y a recuerdo del último verano, huele a ilusión y esperanza, huele a existencia noble, a amor fraterno, a amor del otro amor que, por supuesto, también es amor…
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