Dos jóvenes chicos, limpios, majos, modernos, van cogidos de la mano. Van mirando los yates por el paseo marítimo, uno se suelta y le pasa el brazo por el hombro, el otro le pone la mano en el bolsillo trasero de un pantalón de esos de ahora, con algún agujero. Y uno piensa lo de siempre... si se quieren, si lo sienten así, si se atraen, si lo que proclaman es limpio y sincero y no hacen mal a nadie, pues... adelante muchachos ¡sed muy felices!
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