Cuando mis alumnos del alma llevaban a clase el viento mental de su pubertad incipiente y galopante, yo les hablaba de las mariquitas del jardín, que comercializaban las empresas a modo de insecticida natural. Ellas se comen los pulgones y embellecen la zona verde y floreada de la casa… Y, en su defecto, les contaba de mis experiencias en el parque zoológico: una pitón comiéndose media cabeza de cerdo. Les contaba, ante su silencio y boca abierta, como desencajaba sus mandíbulas… Estrategias de maestro captando la atención para empezar las clases con normalidad.
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