Incendio en el alma en desaforo,
llamas y, después, las brasas
y, en penúltima instancia, cenizas,
para acabar en gélido y puro hielo.
Un tiempo prudencial para creer
que, a partir de ahora y siempre,
saltarás evitando la piedra del tropiezo,
y en el deshielo, cuando el agua se entibia
y se evaporan por completo
los malos augurios del ayer,
quizá mejorado y de ojo abierto,
mercadees los entornos de las sinceridades.
Hombre nuevo, que sales del fuego y del frío,
hombre… volverás a ser hombre,
con todas las imperfecciones humanas y benditas…
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