Ráfagas de luna que aclaran,
no siempre oportunos,
sombras de la noche.
Descubrimos el vodka con naranja,
y de dulce a dulce, en principio de ebrio,
descubrí los amaneceres rojos sin pijama.
Te descubrí a ti, y dejé vino y juego,
y nos fuimos a los vinos de juegos superiores…
y la luna persistía indiscreta,
y descubrí el espacio y el tiempo,
y supe que no existen contigo…
Y a mi qué de la luna curiosa,
si contigo me basta un atisbo,
un reflejo, un asomo ligero,
de la luz de tus ojos dorados…
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