Nos escondíamos y preocupábamos todos,
siempre íbamos más allá de la realidad del juego…
Recuerdo la piedra empaquetada de colores,
con lazo y celofán, regalo atractivo,
que colocábamos, entre silencios cómplices,
en medio de la calle, lista para el engaño…
Se me presencia la ausencia de malicia,
la travesura limpia, la risa sana.
No, nunca nos saltamos los respetos,
pero sí provocamos cosquilleos y gracias,
y salíamos pícaros como reos sin pena…
Niñez, que vas creciendo con reparos,
niñez eterna que no tienes desperdicio…
¿Te acuerdas, entre sacos de arroz y Delta?
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