Me encanta pasear la noche,
por las calles semioscuras y desconocidas,
con ruidos indefinidos y misteriosos.
Allá a lo cerca, un camión de recogida
con grúas que levantan fácil
los contenedores de residuos reciclados…
Un coche con prisa, una moto con chica
y, un poco más lejos, nadie.
Una luciérnaga y sus amigas
marcan sendero, casi luminoso.
Lástima del sol porque, seguro,
los árboles oxigenarían los agobios…
La noche te ofrece bosque y banco,
luna y aroma, silencio, contacto…
La noche me gusta porque calla y asiente…
La noche, como la poesía, eres tú…
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