No conocí el lenguaje de los abanicos,
pese que mi abuela me ilustró…
pero sí, en mis afanes de convivencia,
leí en tus ojos con tintes verdes
las expresiones con voz de luz…
y los vi aguantar la mirada en desafío,
y los vi esconderse en seguros humildes,
triunfando siempre, acogiendo en porciones.
Los ojos delatan la actitud general,
el alma proclama, el corazón asiente,
y entonces se iluminan los procederes…
y si alguna vez me miró de reojo
y sólo esparció media luz,
fue un espasmo cómico en amago,
fue un poco del todo reservado… para mi.
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