Cuando llego al puente alto de L'Ampolla,
mi corazón acompasa sus latidos.
Se divisa la belleza, se huele a paja,
se huele a Delta, húmedo en esencias…
Aquí anida la vida en vuelos
y los brotes vegetales en agua.
Agua de mar y río, brumas y arrozales,
lagunas idílicas, paseos sin puertas,
campos abiertos y arenas volátiles…
Esos cielos terrenales y a mano
son habitados por gentes de paz y bien,
con orgullo de tierra y arte en su cuidado,
gente que no negocia lo que habla,
que va de cara en libre y abierto…
son voces sin amo, directas del corazón.
Deltebre, una realidad de los mejores sueños…
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