Son las once, suena la música,
mejor que el timbre o la campana,
la música abraza y conduce y alegra,
y te lleva al patio del deseo…
Niños, hoy no bajaré, pero escucho,
mi balcón tiene ritmos… flores.
Los alumnos pequeños son como pétalos,
como notas de un piano que explotan
en sonidos disonantes y estridentes,
y aquí está el canto de libertad,
en carrera imparable de sueño y gloria…
Aun bajaré a ver el patio…
pocas cosas hay tan bellas y reales,
aquí todo es posible y natural y sincero.
Patio de amigos, proyectos,
miradas, abrazo y juego,
patio de infinitos entre rejas doradas…
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