Nada puede evitar, ni una invasión en negro,
que mire la caída de tus ojos con sonrisa cómplice.
Siempre me encanta verte escondida
detrás del libro de los saberes sensatos,
o tecleando la inspiración de los silencios…
Lo confieso, soy un enamorado, de ti, claro,
pero me crezco con el lenguaje de las miradas,
porque muchas penetran en poema hasta el alma,
mostrando luces de bienvenida y abrazo.
Un vino tinto en copa grande y un roce,
una caricia, suave y con temple, de yema,
de proximidad, una comprensión… complicidad total,
y el momento toca diana floreada,
efectos de la sonrisa cómplice… en tus ojos.
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