En nuestra última salida de "finde" por la comarca del Matarraña, bastante completa y hermosa, vimos, como algo que me llamó la atención, un circuito de cárceles antiguas, especie de mazmorras o cisternas que, uno que es ligeramente claustrofóbico, se puso con las sensaciones de asfixia que producen los espacios cerrados acompañados de la privación de libertad. Tranquilos, no les hablaré de aquella sensación de quedarse encerrado en el ascensor, entre dos pisos. Uno respira al no verse Prometeo encadenado y piensa en el corcel libre de la ladera verde, en el vuelo entre pinos de la ardilla, en el hombre que puede ser… porque es libre.
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