Les hablé del lenguaje de los abanicos,
quizá no tanto de la caída del pañuelo,
tampoco de las actitudes de recibo,
aquellas de las que hablaba mi madre:
"Cuando tu padre venía a pedirme baile,
yo le iluminaba o, como mínimo,
le allanaba el camino con mi mejor sonrisa".
Ahora le llaman, a todo esto y más,
expresiones no verbales, pero que muestran
sutiles manifestaciones que realzan
la verdad de lo auténtico o proclaman
la falsedad artística del malvado.
Miradas que se escapan y corren ciegas,
latidos con suspiro en notas musicales…
El amor tiene vías de vuelo y contagio.
El amor contagia a voces… o en silencio.
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