Paseo de pasos lentos y vigilantes,
ojos que se pierden por las cercanías…
y allá, en un rincón del mirador,
entre césped y árboles… del amor,
estaba la hoja muerta, sola,
hija de un ficus gigante y esbelto,
y de una belleza rubia a nivel…
como dibujada en cuero, perfecta,
como corazón con matices esculpidos,
colores amarronados de distintos tonos…
Los extremos redondeados,
rojizos de camino hacia el centro,
oscuros, de piel cara y hermosa...
Unas motitas verdes, restos de vida,
proclaman la belleza del conjunto.
Hoja muerta… ¡quién lo diría!
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