No, no me gusta el túnel ni la cárcel,
ni el cuadro, ni el recuadro cerrado,
ni el ascensor, ni el capricho mundano.
Muchas veces, mejor entiendo
la abertura entre el quicio y la puerta, resquicio,
o la luz al final del túnel,
o el reflejo en un cuadro con recuadro…
Se proclama, con frecuencia, en demasía,
el aflorar de la inconsciencia.
Pues sí, pues no, me quedo, me voy,
ponte un tapón hasta que sepas
dónde poner tus huevos inmaduros.
Hazte un aclarado reflexivo y lúcido…
y, después de tanto vuelo, ocupa el llano.
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