Negocié con los destinos avanzados del propósito,
sobre las aguas finas, chirimiris,
aquellas que se desprenden de las cataratas naturales.
Enamorado, rocié con ellos tus amaneceres
de blancos brillos sobre brotes bellos.
Razoné con los augurios los flecos
pendientes de los aromas y las luces matutinas…
Y, por fin, cual reina de mi alma,
contemplé el abrir de tus ojos,
como una caída de cielos de colores.
El despertar sin estrépito ni lanza
fue un baño de cordura y estilo.
El amor prepara con mimo despertares…
y la luz es de colores y se hace norte,
y es magia de vuelos controlados…
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