Llegaste como la lluvia que alimenta
y hace florecer los campos olvidados.
Como la sonrisa que enciende el alma
y te transporta al mundo de la excelencia.
Apareciste en un amanecer regenerado,
con cielo nuevo, con sol preciso, precioso,
como un marco de acogida, con pretensión...
de primavera perpetua y amor sincero.
Y se hizo la luz, como a aquel miope y daltónico,
al que le ponen las gafas precisas...
y, de repente, repara y concreta las distancias
y ve el mundo en sus colores naturales.
Ver la vida en colores, gracias a un amanecer...
con la luz de tu presencia, dulce e impagable.
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