¡Madre mía! Voy a llevarte al jardín donde crecen las gardenias,
y las rosas son en un principio blancas,
y pasearemos por entre los aromas de primera floración,
y daremos la bienvenida al tiempo consentido y dilatado,
con salidas al apartado de las violetas,
que son la culminación de todos los suspiros que quedaron suspendidos...
por entre las espesas nieblas de las incertidumbres.
Está claro... te invento un jardín, a tu gusto y placer,
y por siempre vivimos en la paz de los nidos mágicos,
con duende travieso…
con duende travieso…
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