En el baile, un coro de simpáticos… El gracioso de turno, en el centro, no de atención, diría, más bien como tapadera de los objetivos consensuados. Empezaba un nuevo baile, cada oveja esperaba su pareja, y las risas y las comedias, se fundían en busca de otro después. Algunos ya no volvían, otros lo hacían pecho en alto, y otras aumentaban el brillo de sus ojos. El baile, a veces, parecía una escenificación de sentimientos, bañados de abrazos al compás de los lentos del incomparable Nat King Cole.
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