Te mando un ramo de violetas, pero con tarjeta,
en encendido vivo, en riguroso directo,
porque tú tienes el discreto encanto de la prudencia,
y regalas los suaves encendidos de las sombras…
Te adjunto un poema que llora sin lágrimas,
un regreso sin traumas, que implora un suspiro,
algo así como un compañero en el viaje de vuelta…
Cuanta belleza pura y humilde,
sana y en apariencia ausente,
tienen las violetas, como tú… Violeta.
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