No, no pasaba por allí por casualidad, asistía constante,
como movido por un resorte incontenible,
fascinado por captar el momento oportuno,
quizá una palabra, una sonrisa, un conato de mensaje,
una posibilidad de buena esperanza…
Una vez, en un día de suerte, me hablaste de tu corazón abierto,
o entreabierto, y que quizá en el futuro…
Yo, con la cara de aquel al que no desdudan,
contesté, titubeante y compungido:
Pues esperemos al futuro, y ahora cada día acudo...
para ver si llegas envuelta en mi futuro más preciado, definitivo.
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