Recuerdo que me salían los colores, era como un tímido...
de aquellos que no terminan nunca el proceso de su realización
y, para completar el conjunto de beldades inoportunas,
sudaba en frío, cada vez que pretendía un paso al frente.
Necesitaba un campo abonado, donde las mil versiones de la prudencia...
sesteasen sin pánicos y tuviesen un despertar de hojas con rocío,
donde contactar con los rostros ya pálidos,
después de sonrojos y sudores, fuera posible.
Suerte que todo pasa y ahora sólo me pongo rojo...
en los desafíos al sol que menos calienta.
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