El palomo ronronea ufano, pecho fuera,
pico en alto, exhibiendo plumaje y tamaño,
entre las hembras que, sin querer queriendo,
se acercaban a los cantos de sirena.
Fue a por una que se le mostró sumisa...
y caminó, allá tras las matas al sol y a escondidas,
y luego, rama en pico, hicieron un nido,
allá en la palmera cercana que, generosa,
les brinda sus palmas de cobijo y estímulo…
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