Hace un día medio nublado, con un tinte húmedo y frío. En la Plaza de los Carros, sólo algún transeúnte a piñón fijo, y, en un rincón, buscando el sol, media docena de jubilados, acompañados por profesionales, duchas en el arte del cuidado y de la distracción. Un par de señoras van en silla de ruedas, parecen las más despiertas. Una, la más salada, les cuenta que va a pedir un novio como regalo de Reyes. Ríen, hacen tertulia, dan ejemplo, reviven y se muestran felices, pese a todo…
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