Pienso en una mesa con todos, con su mejor sonrisa,
vestida de fiesta y jolgorio, como con el deber cumplido,
como si nada, porque toca y es san queremos,
y todo merecemos y festejamos.
A algunos, el hado de bondad les dura incluso por Fin de Año
y por Reyes, después ya a competir, a luchar, a subsistir,
a veces a humillar, incluso perseguir, conquistar, destruir, engañar.
Y a esperar la próxima Navidad, alguno hasta puede anclarse
en la proclama navideña y resarcirse en sus aras de bondad.
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