La suficiencia no le tapa la ignorancia,
y la fanfarronería pedante,
cual metralleta que dispara improperios,
no es más que un mecanismo de defensa.
Parece que se protege atacando,
pero su retaguardia está pobre de dignidad,
y sus contraataques están vacíos
de cualquier contenido edificante.
Quiere parecer lúcido y rápido,
como aquel que da primero...
sin enterarse que no ofende quien quiere,
pese a la agresividad que puede desarrollar
la incompetencia ante las iras de la insuficiencia.
Una taza de templanza,
y un cumplido magisterio constante y pacífico,
le irían de perlas para un mejor circular vital.
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