Te veo conjuntada con la arboleda,
naranjos en flor, blancos azahares.
Alguna intromisión de un cerezo,
que no perturba ni los blancos ni los aromas.
Un jazmín que sabe a otoño,
y huele a señora y, en un rincón,
unas granadas que colorean y anuncian...
la dulzura de sus granos tan carnosos.
Por qué será que siempre te veo
sumando naturaleza por un jardín
que se escapó de un monte perdido,
y se deja acariciar por tu sonrisa...
Te dejas ver con la primera flor de la fruta nueva,
y eres amanecer de todos los apetitos…
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