A veces no es fácil campar con tu cabeza,
en ella hay un tráfico muy grande,
desagradable e irritante, y
los que conducen se miran con odio,
y los semáforos siempre están rojos,
y te ves parado en un atasco...
que parece insalvable.
Pero, de repente, alguien cede el paso,
y le vuela una sonrisa de gratitud,
y los semáforos se ponen verdes,
y, poco a poco, el tráfico de tu cabeza...
se calma y se educa y... circula.
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