En el patio de la escuela vecina, bullicio, como siempre, a mi me suena a gloria, como los pitos a Piqué, pero eso es otra historia que explica las miserias humana. Una maestra de pelo oxigenado, hace un aparte con una alumna, debe ser de sexto, aquella edad en la que ingenuamente quieres ser mayor. La maestra gesticula suavemente, la niña parece asumir los consejos, y yo reverencio la labor del buen docente comprometido y entregado. Mientras, una niña de primero, con rizos y ojos de gatita, se come un plátano, y en el campo de fútbol, el extremo ha marcado gol, y todos se lo comen y lo estrujan…
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