Cae la tarde, el sol ya es solo un amago,
una fuga rojiza entre las nubes,
que parecen ser descubiertas
en su empeño por desaparecer.
Lo llaman atardecer, un estado con pretensión
de hacer pardos a todos los gatos.
Anochece, y los pájaros pasan
a vuelos decididos a sus sitios de cobijo,
sean nidos, árboles o puentes,
incluso algún tejado generoso les acoge bien.
Se presencia un fresquito otoñal
que reclama chaqueta y paseo movido,
pronto apreciaremos al llegar a casa,
un aroma al caldo que las madres...
siempre tienen a punto, porque cae la tarde
y el sol se va a dormir a otra parte…
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