Preciosa, como un ave del paraíso,
me refiero a la flor, no a los ángeles,
que posiblemente también los haya,
así de hermosos, interesante,
como todo aquello que te interesa,
y en este caso más, inmensa,
con aquella grandeza que tienen
las almas sin fronteras y sin límites,
encantadora, con aquella magia...
que de su chistera sólo saca rosas con aroma,
y pétalos en vuelo, que nunca son conejos.
La mujer de mis sueños
acabó los adjetivos racionales,
y en verla de cerca...
comenzaron los vuelos celestiales.
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