Pese a no llegar al 1,80 cm de altura, uno también fue de flor en flor, quizá no como un Don Juan, pero sí como un Don Pedro, con cierta labia que tenemos los leídos y más o menos ilustrados. Tampoco es que coleccionara copas y amores, sino más bien mostraba mis inseguridades, y eso no ayudaba en el propósito de encontrar mi otra parte. Pero ya saben... un día, en un tren, detrás de un libro, unos ojos, una cordura, una luz, un invite, un camino, limpio, despejado...
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