Mi madre tenía las ventanas llenas de macetas: claveles, la llamada flor del día, o las que nombraba como bocas de conejo. El caso es que sus ventanas se hacían admirar y esto sólo era un detalle más de cómo lo tenía todo... buen gusto y buenas manos, para todas las cosas de la casa. De un retal te hacía un vestido, reinaba en la cocina, con su arte habitual, y de un abrazo te encendía el alma, cuidando las vidas que tan feliz le hacían…
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