Le gustaba frecuentar los entuertos, era feliz manteniendo, alimentando alguna guerra, más o menos fría. Discutía, incluso sin tener razón, sobretodo, sin tener razón, y en los momentos razonables de paz y calma le invadía la apatía, la desazón, el aburrimiento. Era un guerrero nato, un “don pa contraria”, que nunca sumaba consensos, ni bendecía concordias. El era feliz así, por no ser no era ni malo, simplemente era un despropósito ambulante, digo…
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