Para llorar ya están los abismos
donde viven los vacíos y las indiferencias,
a mi buscadme en el jardín natural
de un bosque con vistas al mar,
donde abundan los rosales de rosas blancas,
ofreciendo los aromas que se confunden
con las musas del poeta enamorado del amor.
Y si hay que llorar que sea de gozo,
y en el mismo jardín donde reina la alegría y la concordia.
Y si hay que reír, que nuestras risas se confundan en el bosque,
con los pájaros cantores en cortejo perpetuo…
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