Es lunes, las barcas del puerto están faenando, el paseo vacío parece tomar el sol junto al durmiente barbudo que hoy está devorando una lata de comida, y las gaviotas y algún cormorán esperan impacientes el regreso de los pescadores. Al final de un tinglado, hay un soñador que pesca, hilo en mano, y con un minicangrejo de plástico… digo pesca, lo intenta, pero mientras haya un soñador, habrá poesía y una mujer hermosa, claro.
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